
EL ASESINATO DE MIGUEL URIBE TURBAY, UN DISPARO DE GRACIA A LA DEMOCRACIA
- MATEO HIDALGO M
- 11 ago
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Por: Mateo Hidalgo Montoya - líder del partido Centro Democrático.
Lo que le ocurrió a Miguel Uribe Turbay no es cualquier cosa. Es un asesinato vil, cobarde. Directo contra un padre de familia, contra un hombre joven con vocación de servicio, pero, sobre todo, contra un colombiano ejemplar. Le dispararon por la espalda mientras cumplía con su deber político. Así de grave es. Y así de doloroso.
Y no, no es un hecho aislado. Es el resultado de años de discursos irresponsables, de incitación al odio de clases, de polarización sembrada desde el poder. En Colombia sabemos bien lo que significa matar por política. Desde Gaitán hasta Álvaro Gómez. Desde Rodrigo Lara hasta los cientos de líderes asesinados en silencio.
En mi departamento, Caldas, también tenemos memoria. La masacre de La Dorada, los asesinatos selectivos en Pensilvania, Samaná y Norcasia. Pero hay un nombre que no se puede olvidar: Orlando Sierra Hernández, subdirector de La Patria. Lo asesinaron en pleno centro de Manizales por denunciar la corrupción. ¿Su crimen? Decir la verdad. Ese crimen nos marcó para siempre como sociedad.
El asesinato de Miguel no es solo un ataque contra su vida, es un disparo de gracia a la democracia. No se trata de ideologías: se trata de dignidad, de respeto por la diferencia. Se trata de que un senador pueda caminar sin miedo, de que ejercer la política no sea una sentencia de muerte.
Y lo más alarmante es que esta violencia ya no está lejos de quienes apenas empezamos a construir liderazgo en las regiones. Mi propia madre, María Constanza Montoya, fue blanco de amenazas por ejercer control político serio y valiente frente a una administración local anterior. Por fortuna, la Policía Nacional pudo actuar y acompañarla; pero no siempre hay respaldo institucional. No siempre hay garantías. Lo sé, lo hemos vivido como familia. Y como tantos otros líderes, seguimos adelante porque creemos en un país mejor.
Desde Caldas, desde una tierra donde el conflicto dejó heridas profundas, alzamos la voz. Exigimos justicia, verdad, y también compromiso con la vida. Hoy no hay espacio para la indiferencia. No se puede ser neutral ante el asesinato de un líder democrático.
A su esposa, a sus hijos y a su familia los acompañamos de todo corazón. Que Dios les dé fortaleza y consuelo. Que el recuerdo de Miguel sea semilla de coraje y de unidad. No de miedo ni de resignación.
Y ante todo esto, no podemos dejar de hacernos algunas preguntas simples, pero cruciales:
¿Qué seguridad nos queda a quienes apenas empezamos a recorrer el camino político en nuestras regiones?
¿Cuántos más tienen que caer para que el Estado actúe con seriedad, sin ambigüedades y con respeto por quienes defienden la democracia desde abajo?
¿Qué responsabilidad asumirá el presidente Petro?



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